lunes, 6 de mayo de 2013

Aprender de los aciertos.

Me he formado como filóloga bajo el principio de que el error no es malo. Supongo que era un intento de sacarle partido a este elemento tan presente en las clases. Así, la desmitificación del error como algo terrible que tenía que castigarse nos servía (y sigue sirviendo) para no desmotivar a los estudiantes, para reflexionar sobre el proceso de aprendizaje y salir adelante. Eso era la teoría. En la práctica, cuando cometíamos un error éramos castigadas con una gran X roja y encima, no se volvía a hablar del tema. Se pasaba página y se introducía un nuevo tema. Lo mismo sigue ocurriendo con  mi hijo, cuando muy desmoralizado me cuenta que ha sacado un 6 en alguna materia y no entiende por qué. Me dice que ha estudiado, que se ha esforzado, que se lo sabía y portanto no digiere bien esa actuación cuando era un estudiante competente. Y siempre le pregunto lo mismo, que si los profesores corrigen los exámenes entre todos después de dar la calificación, que si tienen la oportunidad de recuperar la calificación si rectifican y muestran que han aprendido del error... y la respuesta es siempre la misma "no, los profesores dicen que tienen que dar contenido nuevo porque el tiempo es poco".

Me pregunto que si soy la única que se da cuenta de ello o es que realmente los profesores no queremos cambiar nada y lo de aprender del error está condenado a formar parte solo de la teoría.

Cuando hago exámenes, los corrijo después entre todos y enseguida, les pido que guarden sus cosas y les vuelvo a entregar otro examen para ver si fueron capaces de aprender del error. Lo que suelo hacer (ya que estoy obligada a calificar) es sacar una media entre estos dos exámenes y así animar a mis estudiantes a aprender realmente del error. Con ello, he observado que muchos estudiantes al rehacer el examen corrigen los errores antes cometidos, pero se equivocan con alguna cosa que antes habían hecho bien. Tras reflexionar sobre eso llegué a la conclusión de que deberíamos ampliar la estrategia de aprender del error para aprender también del acierto. Reflexionar sobre lo que se hizo bien, por qué se dio una u otra respuesta, por qué se eligió presentar un trabajo a partir de tal o cual cosa, por qué se priorizó tal o cual información, etc. Concluí que muchas veces acertamos inconscientemente y que proceder conscientemente en la adquisición de nuestro conocimiento contribuye no solo a que aprendamos más, como también a que esos aprendizajes sean más duraderos en nuestra memoria.

Seguiré observando, y ya reflexionaremos sobre los resultados de este nuevo planteamiento (por lo menos para mí) de "aprender de los aciertos". De momento, parto de la hipótesis de este tipo de reflexión disminuye el sentimiento de fracaso, aumenta la motivación y ayuda a desarrollar el aprendizaje autónomo.

lunes, 29 de abril de 2013

¿Una educación desde todos para todos?


“Pero una Constitución verdaderamente libre, en la que todas las clases de la sociedad gocen de los mismos derechos, no puede subsistir si la ignorancia de una parte de los ciudadanos no les permite conocer su naturaleza y límites; les obliga a pronunciarse sobre lo que no conocen, a escoger cuando no pueden juzgar.” (Condorcet 1743-1794)


Esta declaración la dio Jean-Antoine-Nicolas de Caritat – el Marqués de Condorcet  en el siglo XVIII, cuando la Revolución Francesa empezaba a dar sus frutos en educación. Condorcet entonces propuso la más completa y moderna teoría que debería dar lugar a la escuela pública. En su plan de educación no proponía educar a los niños para ser obedientes ciudadanos, sino para ser seres humanos completos, con capacidad de comprender el mundo en que vivían, conocer sus limitaciones, analizarlo críticamente y contribuir para que fuera un poco mejor y la gente más libre.


Condorcet veía más importante el desarrollo del proceso de pensar y la capacidad de propia reflexión, que la entrega al niño y al joven de un modo ya elaborado de pensar tradicional. En su plan, la única función del Estado era la de tutela y fomento de la educación, lo demás estaría en manos de la sociedad. Esto le  quitaba a la iglesia el poder sobre la educación, que según Condorcet debería ser laica.

Más de uno se preguntará qué pasó con tan buenos propósitos. Pues lo que pasó fue lo que más de dos siglos después sigue pasando: nuestra resistencia en cambiar. Digo nuestra porque pienso que si quisiéramos realmente, ya tendríamos una educación algo distinta de la que tenemos hoy. No digo que la que está se deba tirar a la basura, todo lo contrario, tiene sus cosas buenas, las que podemos aprovechar para cogerlas por ahí y granito a granito contribuir a la mejora de la educación. ¿Y por qué lo digo? Porque bellas y seductoras propuestas educativas existen muchas (como es el Plan de educación propuesto por Condorcet). A lo mejor lo que hace falta no es una gran propuesta de lo macro hacia lo micro. Quizás hacer el camino al revés, y empezar desde lo micro, es decir, lo poco que podemos hacer cada uno por una educación mejor, podremos llegar a una gran construcción colectiva y a una educación de individuos más preocupados por el bien de la humanidad.

He traído hoy a Condorcet porque participó de alguna forma de lo que sería el origen de la educación pública, a pesar de que su Plan no llegó a concretarse por los que se oponían (¿como hoy?) a la innovación educativa, por los que temían un pueblo ilustrado y crítico, por los que, como Lepelletier (el principal opononente de Condorcet), defienden que el pueblo solo debe tener la educación imprescindible para no generar problemas.

¿Esto nos suena de algo?

Sin embargo, una educación desde todos para todos es posible aun sin grandes cambios en la legislación. Se puede acordar entre todos de un grupo una forma de tener las clases, de generar más participación y, ¿por qué no decirlo?, de priorizar, entre todos, temas más importantes  y en los que deternese más, quitar algo o añadir, salir del aula de vez en cuando, reflexionar sobre la utilidad de lo que se está estudiando... ¿Estaremos realmente tan pillados por el temario o el currículo como para seguir perpetuando estos patrones educativos?, ¿tendrán razón los antiguos chinos de que las cosas no cambian porque nosotros, en el fondo, no queremos que cambien?




martes, 2 de abril de 2013

¿Son capaces los estudiantes de decidir cómo debe ser la educación?


En abril del año pasado el Grupo Prometeu realizó en la Universidad Complutense de Madrid un encuentro donde profesores, estudiantes y sociedad compartíamos nuestras experiencias y necesidades educativas. El objetivo era aprender entre todos de nuestras experiencias. Los estudiantes fueron un grupo muy importante en este encuentro porque al fin y al cabo los profesores trabajamos para ellos, a pesar de que no siempre es fácil tener presente este hecho. Por eso, esta entrada está dedicada a pensar su papel de nuestros "clientes". Si fabricáramos sombreros, ¿tendría que importarnos las dimensiones de las cabezas de los clientes y las clientas, así como sus preferencias de color, forma y adorno? Si la respuesta es afirmativa, ¿debe importarnos las necesidades y las opiniones de nuestros estudiantes? En caso de que la respuesta sea positiva, ¿son capaces los estudiantes de decidir cómo debe ser la educación? A continuación, reescbribo las respuestas que dieron los estudiantes en el encuentro. Espero que sirva para empezar el debate.

IV Encuentro de Innovación Educativa
Observación de la reunión del Grupo de Estudiantes – 19.04.2012

¿Qué repetiríamos de las experiencias que hemos vivido en clase?
·         Exposición pequeña (por parte del profesor o de los estudiantes) que daba lugar a un debate con toda la clase;
·         Lectura previa de un texto o una noticia con posterior debate en clase con opiniones personales respecto a lo leído;
·         Debate motivado por contenido previo;
·         A partir de una noticia, hacer un debate con mitad a favor y la otra mitad en contra (juego de roles);
·         Trabajar/exponer una lectura poniéndose en la piel del personaje que la cuenta o la vive y defenderle;
·         Defender el trabajo que se presenta en forma de debate;
·         El profesor dejó a nuestro cargo estudiar el temario. Nos puso los temas, nos orientó la investigación a través de tutorías, nosotros lo investigamos todo y lo debatimos en clase;
·         Vivencia práctica de la teoría (lenguaje gráfico, visual…) para chequeo de asimilación de contenidos;
·         Para las prácticas, ver una película relacionada con el tema y debatirlo;
·         Escenificación de contenidos para análisis y discusión en grupo;
·         En 4º de primaria, para trabajar el sistema electoral, tuvimos que vivir unas elecciones: creamos un partido político y hacer una campaña;
·         “Saqué que la participación del alumno es factor motivante; lo que más me gustó fue poder debatir con el profesor, exponer mi punto de vista y que el profesor respetara mi opinión.”

¿Qué nos gustaría que cambiara?
·         La toma de apuntes pasivamente y con demasiadas prisas, sin que tengamos tiempo ni de reflexionar sobre lo que se nos dice, ni mucho menos de apuntarlo todo;
·         Que el profesor exija en el examen lo que decía de “pe a pa” en clase, cuando los apuntes los habíamos tomado con mucha prisa y sin demasiada precisión;
·         Que lo que dicen en clase no tiene nada que ver con los temarios;
·         Que el profesor se ría de lo que dicen los estudiantes, no respete nuestra opinión y ni siquiera nos escuche;
·         Que el profesor intervenga demasiado en las exposiciones y no nos deje exponer nuestro tema;
·         Que corte el debate con expresiones como “aquí el profesor soy yo”;
·         Debates mal planteados que generan pelea en lugar de exposición y respeto a las distintas opiniones;
·         Que el profesor ponga la bibliografía al final, sin que tengamos tiempo de leerla para los exámenes;
·         Poco respeto y nada de valoración del conocimiento previo que tienen los estudiantes: “panda de inútiles”;
·         Profesores autoritarios y dictadores.

¿Cómo se están utilizando las nuevas metodologías en clase?
·         Algunos profesores más jóvenes utilizan power point, el campus virtual…, pero algunos profesores no utilizan nada porque dicen que “no les va”;
·         No nos resulta útil el campus porque apenas lo miramos. Lo que nos parece mejor es tener un grupo cerrado en una red social, como Facebook, por ejemplo, para intercomunicarnos.

Peticiones
·         Me gustaría que las prácticas fueran más realistas;
·         Que lo que se estudia se pudiera aplicar en la realidad;
·         Tener asignaturas acordes/aplicadas a lo que estudiamos, que no sea, por ejemplo, Derecho general, sino Derecho y su aplicación a nuestra carrera;
·         Que nos tengan más en cuenta y que nos hagan partícipes de las clases.

lunes, 30 de mayo de 2011

¡¡¡Hacia la victoria, compañeros!!!

¡Hola a todos y todas!

Vengo a compartir con vosotros una de las píldoras de sabiduría de la última clase. Es un poema que habla de las muchas conquistas que tenemos y podemos tener a diario y que no tenemos más que reconocerlas para encontrar aliento para seguir buscando más. Ya sabemos que obstáculos existen y probablemente siempre existirán, pero es hora de que los que creemos ver algo más allá nos pongamos en el camino. Granito a granito y reconociendo todo lo que nos da la vida y nuestro esfuerzo podemos buscarnos un mundito más feliz. El poema me ha recordado una canción de autoría de la chilena Violeta Parra e interpretada brillantemente por Mercedes Sosa, que se llama “Gracias a la vida”. Seguro que ya la conocéis, pero no está de más escucharla un vez más.

http://www.youtube.com/watch?v=WyOJ-A5iv5I

¡Gracias por el poema, Roberto! Y espero que disfrutéis los que no habéis podido estar.

TENGO- Nicolás Guillén

Cuando me veo y toco
yo, Juan sin Nada no más ayer,
y hoy Juan con Todo,
y hoy con todo,
vuelvo los ojos, miro,
me veo y toco
y me pregunto cómo ha podido ser.
Tengo, vamos a ver,
tengo el gusto de andar por mi país,
dueño de cuanto hay en él,
mirando bien de cerca lo que antes
no tuve ni podía tener.
Zafra puedo decir,
monte puedo decir,
ciudad puedo decir,
ejercito decir,
ya míos para siempre y tuyos, nuestros,
y un ancho resplandor
de rayo, estrella, flor.
Tengo, vamos a ver,
tengo el gusto de ir
yo, campesino, obrero, gente simple,
tengo el gusto de ir
(es un ejemplo)
a un banco y hablar con el administrador, no en inglés,
no en señor,
sino decirle compañero como se dice en español.
Tengo, vamos a ver,
que siendo un negro
nadie me puede detener
a la puerta de un dancing o de un bar.
O bien en la carpeta de un hotel
gritarme que no hay pieza,
una mínima pieza y no una pieza colosal,
una pequeña pieza donde yo pueda descansar.
Tengo, vamos a ver,
que no hay guardia rural
que me agarre y me encierre en un cuartel,
ni me arranque y me arroje de mi tierra
al medio del camino real.
Tengo que como tengo la tierra tengo el mar,
no country, no jailáif,
no tennis y no yacht,
sino de playa en playa y ola en ola,
gigante azul abierto democrático:
en fin, el mar.
Tengo, vamos a ver,
que ya aprendí a leer,
a contar, 
tengo que ya aprendí a escribir
y a pensar
y a reír.
Tengo que ya tengo
donde trabajar
y ganar
lo que me tengo que comer.
Tengo, vamos a ver,
tengo lo que tenía que tener.

domingo, 20 de febrero de 2011

¿Qué falla en nuestras aulas?

Para mí la enseñanza es muy importante, tanto cuando soy yo la profesora como cuando soy la aprendiente. Así que si nos ponemos en los zapatos de ambos, puede que nos resulte más fácil descubrir dónde estamos fallando o qué está fallando en nuestra aula. Sí, porque no siempre somos nosotros los que fallamos, muchas veces es el alumno o las condiciones del sitio donde estamos impartiendo nuestras clases. No podemos hacernos responsables de todo en el proceso de aprendizaje, aunque sí, siempre podemos contribuir a reducir las dificultades, sea con la falta de material, sea con el alumno que no logra buenos resultados porque en casa sufre abusos sexuales del padre. Así que en clase trabajamos con muchos y distintos obstáculos y  muchas veces tenemos que hacer de asistente social o psicólogo, es decir, usar de mucha, mucha sensibilidad para aprender a leer en las caritas cuando no les gusta lo que están viendo o cuando les gusta. Para ello, suelo preguntarme si la clase que he preparado me interesaría. Me parece una buena medida, pero como no todos aprenden de la misma forma, a esa medida añado la lectura de los discurso no verbales de los jóvenes que están delante mía, esperando a que les sorprenda y les haga vivir algo que les interesa, que es la experiencia. Están deseando vivir la clase, pero muchas veces no saben decirlo con palabras lo que hace que en un momento de furia les preguntemos "¿es que no queréis nada de la vida?". Y ellos simplemente se callan y se encierran en su mundo. Dice un refrán chino "Háblame algo y lo olvidaré; enséñame algo y lo recordaré; hazme partícipe de algo y lo aprenderé". A mí siempre me ha parecido que eso es lo que algunas veces ha fallado en mis aulas, que no les estoy haciendo partícipes de la clase y más de  una vez me ha desesperado admitir hasta entre lágrimas que no sabía cómo hacerlo. Y no es que ahora lo sepa, sino que ahora me lo planteo, me parece un buen comienzo.

viernes, 28 de enero de 2011

"El Punto de Partida."

Resumen: Maria Santos
Artículo: “El Punto de Partida”
Autor: Roberto Carballo
Siempre, al terminar de leer cada texto o cada libro vuelvo al título para ver qué relación veía el autor entre lo que escribió y el título que le daba. Y me gusta mucho este ejercicio, es como si por algunos momentos estuviera conectada con la mente del autor, como si fuera coautora.
Pues lo mismo intenté hacer con el presente texto y me figuro que a lo que Roberto se refiere como punto de partida es un análisis del dónde estamos (espacio real), del qué tenemos (datos disponibles o documentación) y de a dónde queremos llegar (planificación de la acción).
Para darnos una idea general de estos aspectos, el autor nos pasea por conceptos como: los elementos básicos para la transmisión de un mensaje: Emisor __Medio__Receptor; y nos lleva a reflexionar un poco sobre lo que entendemos por comunicación vrs información.
A partir de las posibles formas de configuración de estos elementos, se puede dar una “comunicación” o una “información”.
Cuando al emisor no le interesa transmitir todos los datos de algo y encima se utiliza de un porta voz para hacerlo a medias y tener al receptor/destinatario controlado, está realizando una información, generalmente parcial y/o fragmentada.
Cuando el objetivo es que las cosas, o reglas, o reparto de tareas estén claros, el remitente trabaja por que todo funcione integralmente y que todos y cada uno de los demás sepan qué está pasando, como también sepan moverse en su ambiente de trabajo. Por tanto, el emisor intenta crear un ambiente de comunicación.
Generalmente, así es como son estos elementos:
Emisor: tiene, frecuentemente, el interés en ocultar hechos o datos. No vaya ser que un espabilado llegue a saber tanto como él y le amenace el puesto.
El Medio: cuando es un portavoz, no siempre entiende lo que tiene que decir, ya que tampoco a él se lo han dicho todo. Y por eso es porque muchas veces al informar algo y alguien le hace alguna pregunta, contesta diciendo “bueno, eso no lo sé.” Cuando no es un portavoz, es decir, cuando es el mismo que detenta el conocimiento, al hacérsele preguntas “peligrosas”, el “dueño de la información” sencillamente le da unas vueltas, utiliza “palabros”(R.C.) y les camela a los oyentes, que no se atreven a reformular la pregunta ni mucho menos a hacer otra. Pero en ambos casos, se quedarán sin saber lo que realmente les interesa.
El Receptor: algunas veces no es capaz de entender todo lo que se le explica ya que “nuestra capacidad de análisis es limitada” (R.C) y sobre todo porque la información ya viene ineficiente desde arriba.

Transformar la información en comunicación es el reto de las instituciones. Se puede llegar a ello trabajando con claridad y aceptando – desde el emisor hasta el destinatario – que somos falibles, pero que dentro de nuestra falibilidad podemos ser muy buenos, lo que en todo caso no nos quitaría la responsabilidad de co-operar, de actuar con otros, bien auxiliándoles o ayudándoles a crecer, bien aprendiendo de ellos, de sus aciertos y de sus errores a la vez que también actuamos como modelo de cómo hacer las cosas bien y de qué no hacer.
Según el autor – y pienso que aquí es donde resume la idea general del artículo – existe un itinerario que hay que seguir para hacerlo bien; “primero, conseguir una información, luego analizarla, sistematizarla; después planear la acción y, por último, ejecutarla y controlar sus resultados y aprendizajes.”

Al contrario de lo que dice Maquiavelo, “dividir para gobernar”, Carballo destaca que no es fragmentando el trabajo ni la gente “y que una parte lo hagan los de tal departamento y otra parte los de aquel otro” como se alcanza la comunicación. Porque la fragmentación no puede dar la justa medida del todo. Y éste es el reto, que hay que abordarse desde la política de la comprensión global del respeto al otro y del “amor” al que se refiere el autor citando a Piedrabuena al final del texto.

sábado, 22 de enero de 2011

Resumen de la primera clase.

¡Hola a todxs!

Cumpliendo con la primer actividad, he aquí mi resumen.

La clase:
Roberto empieza con lo que llama "píldora", que son algunas citas, en el caso, una de Confucio ("Las cosas no cambian porque nosotros, en el fondo, no queremos que cambien), muy significativa de nuestra labor en cuanto profesores y seres vivientes en general. Luego una de Sabato, del que me quedó el que "el otro es el que nos salva". En resumen, si queremos, las cosas cambian, pero siempre apoyados en los demás.

En seguida, nos pone a trabajar divididos en tres grupos. A fin de cuentas, era a lo que habíamos ido, ¿no? Nos enganchamos bastante y a algunos de nosotros estoy segura de que nos hubiera gustado mucho seguir trabajando en nuestros grupos. Pero no era un trabajar a lo tonto, teníamos una metodología, que resumidamente consistía en: trabajo en grupo, observador y turnos de intervención. Lo cual nos dio mucha seguridad, sobre todo a mí, que, particularmente, tengo dificultades para trabajar en grupo y de esa forma, me sentí más orientada.

A continuación, nos puso a contar a los demás compañeros lo que habíamos discutido en los pequeños grupos. El resultado fue una coordinación (nunca suma) de aportaciones complementarias que nos dieron una visión bastante amplia no sólo de la pregunta-tema, o sea, los problemas por los cuales pasa la educación en días de hoy, como también posibles soluciones.

Al final, nos sistematizó oralmente lo que habíamos hecho, resaltó algunos puntos importantes de la metodología y nos pidió declaraciones sobre ella. Pudo parecer tontería, ya que todos nos habíamos dado cuenta, pero para mí sorpresa, mi análisis de dicha metodología, no era el mismo de otros compañeros sino más bien, como apartados. Creo que si nos hubiéramos puesto a escribir una síntesis, sin saber qué había escrito el otro, no necesitaríamos ni siquiera conectores de texto, puesto que cada aportación se encajaba perfectamente a la otra al mismo tiempo en que añadía una información o un matiz.

Y los primeros resultados están aquí, la creación de un blog individual, al que todos los demás tienen acceso y en el que vamos reflejando nuestros aprendizajes.

La metodología me pareció tan eficaz que hasta parece que el trabajo fue todo nuestro. Pero quiero dejar aquí, por ahora, mi muchas gracias, Roberto.

Abrazo a todos y buen domingo,

Maria Santos